Tipos de jugadores en cancha

El "quiero ser como Iverson"

Especie: Tirahastalaszapatillas Maximus
Comportamiento característico: Tirar la bola a la canasta. Prontito y a menudo.
Marcas Distintivas: Si lleva una "manga" (por ejemplo: lo que llevan AI, Carmelo...etc. en el brazo), y/o una camiseta réplica de la NBA, te espera una tarde muy larga
Enemigos Naturales: Los otros cuatro compañeros de su equipo.
Grito de apareamiento: "¡Eso entra!" (Clank)

Es un tipo muy seguro de si mismo. En eso tienes que estar de acuerdo. Fallará cinco seguidas, pero sabe que la sexta va a entrar. Y también la séptima. Y la octava. Y la decimoquinta. No es que el “quiero-ser-como-Iverson” no deba tener la bola -de hecho suele ser el que mejor la maneja de todos-, o que mejor que hiciese bloqueos, o buscase el rebote, o intentase ir bajo el aro (es demasiado bajo para ello). No, el problema con el “quiero-ser-como-Iverson” es el mismo problema que le pasa al verdadero Allen Iverson: El solo puede meter o sacar a tu equipo del partido.

Con un estilo ciertamente guapo, el “quiero-ser-como-Iverson” suele empezar el partido muy fuerte, pasando a su defensa con un par de espectaculares canastas en 1x1 (uno contra uno). Y hasta ahí. Concretamente hasta que el otro equipo se da cuenta. Entonces le persigue, le presiona, le hace 2x1. Eso deja a montón de tíos solos en las esquinas y bajo la canasta. Mueven las manos, dan palmadas. Lástima que el “quiero-ser-como-Iverson” no la pasa. Sigue tirando, un tiro presionado tras otro, decidido a enseñar su talento, lo especial que es, su carácter imparable. Sus compañeros primero se enfadan, luego se vuelven vagos. Pasan de correr, de defender, ni siquiera correrán el contraataque ni intentarán meter canastas fáciles tras rebote.

Todo esto reafirma al “quiero-ser-como-Iverson” en lo que hace, hasta el punto que tirará hasta las zapatillas: antes o después, incluso el otro equipo se cabreará. El final suele ser de los peores posibles, el tipo de partido acabado, donde los jugadores se piran cabizbajos del campo con los brazos en jarras, murmurando cabreados, incluso antes de que se acabe el partido.

(Nota: para ser justo, se debe indicar que el quiero-ser-como-AI se digna a pasar al menos una vez en cada partido. Desgraciadamente, dicho pase suele ser un pase en espiral (se refiere al pase de futbol americano en el que la bola gira sobre si misma como un sacacorchos), a 180 kph, sin mirar, desde 1 metro y medio, que consigue dejarte los dedos hechos puré, antes de desembocar en tus gónadas, dejando al quiero-ser-como-AI meneando la cabeza y prometiéndose a si mismo que no volverá a pasar la bola en lo que quede de tarde).

El Que Es Demasiado Bueno

Especie: Homo Superior.
Comportamiento Característico: Anotar cuando quiere, haciendo que sus oponentes parezcan cuatro peldaños por debajo.
Marcas Distintivas: Una mirada de aburrida indiferencia, sazonada con satisfechas sonrisas de autosuficiencia.
Enemigos Naturales: Ninguno. “El Que Es Demasiado Bueno” intimida, no inspira miedo.
Grito de apareamiento: "¡Bola!"

Él es lo más cerca que estarás nunca de jugar con Kobe Bryant. “El Que Es Demasiado Bueno” es justo eso: muuuuucho mejor que cualquier otro en la cancha, tanto que parece venir de otro planeta, una lejana galaxia cuyos habitantes miden todos 2,13 y controlan esferas naranjas con el poder de su mente. A lo mejor ha jugado en Segunda, a lo mejor ha jugado en Primera. (Y como sea un ex-profesional, no te equivoques como mucho se está esforzando al 5%.
La cuestión es: Ir contra “El Que Es Demasiado Bueno” es sencillamente injusto. Ridiculo diría. ¿Intentas defenderle al hombre? Vas a echar algo desde tus entrañas más oscuras y profundas, uno de esos músculos del bajo vientre que ni siquiera sabías que tenías, hasta que estalla como un trozo de carbón candente que te hace dudar si tu apéndice ha reventado ya. ¿Crees que estás solo para un tiro? “El Que Es Demasiado Bueno” te alcanzará como un guepardo lo haría con un ñandu que cojea, y entonces hará desaparecer el balón de en medio del aire. Con ambas manos.

Por darle un poco de vidilla, o bien para no dormirse, “El Que Es Demasiado Bueno” a menudo se relaja -tira con la zurda, defiende solo con las piernas, se dedica sólo a rebotear o pasar durante largos periodos de tiempo-. Lástima que nada de esto importe. Cuando el partido se decida, “El Que Es Demasiado Bueno” invariablemente meterá la canasta ganadora, rápido y con facilidad, como si los cinco tíos que intentan pararle desesperadamente fuesen cinco conos de tráfico.

¿Lo peor de todo? Que jugar contra “El Que Es Demasiado Bueno” es descorazonador, pero jugar en su equipo te hace sentir directamente como un fantasma: Puedes quedarte en la cancha hasta que apaguen las luces, pero aún así te vas a sentir menos involucrado en el partido que los que lo miran desde fuera.

El Rasheed del Parque

Especie: Cometofaltus Alteradus.
Comportamiento Característico: Protestar todas y cada una de las faltas como si fuera el 7º partido de las putas finales de la NBA.
Marcas Distintivas: Aunque parezca mentira, nunca llevará una camiseta de árbitro.
Enemigos Naturales: Cualquiera que prefiera jugar baloncesto en vez de pasar el rato viendo a alguien enseñar los sutiles matices de la regla de campo atrás. Cualquiera que tenga que estar en otro sitio en las próximas tres horas.
Grito de Apareamiento: "¡Bola!, ¡Bola! ¡Vamos!.....¿¡¡QUEEE!!? ¡Eso no es falta!"

El “Rasheed del Parque” nunca ha cometido una falta en toda su vida. Pregúntale. Pensándolo mejor, no le preguntes. Mejor no digas nada. ¿Que te sangra la rodilla? ¿Te ha arrancado un miembro? Muérdete la lengua. Por Favor. Porque una vez que hayas abierto la boca para protestar alguno de sus golpes -ay amigo, has abierto la caja de Pandora, has soltado a los perros, has invitado al Diablo .Apaga las luces, que viene el Coco-.

El “Rasheed del Parque” se toma cada falta en contra como una afrenta a su masculinidad, a su familia, al honor del Templo Shaolín. Y te lo va a hacer saber. Siempre. Cogerá la bola, parará el partido, ladrará y gritará, suplicará e intentará convencerte. Señalará con el dedo. Mucho. Sujetando la bola como si tuviese dentro los códigos de lanzamiento de los mísiles nucleares, discutirá su falta con la determinación de un abogado en un juicio, el fervor de un telepredicador, la solidez de un boxeador. Y peleará 13 rounds, listo para noquearte.

El “Rasheed del Parque” nunca ha arbitrado un partido en su vida, pero créele: Él tiene razón, tú estás equivocado, el sol sale por el Este y esta evidentemente estúpida falta -esta lacerante injusticia de proporciones cósmicas- no se va a pitar. Punto.

Como no estés de acuerdo, se llevará la pelota que es suya y no jugáis más. De hecho, a veces la pelota sí es suya.

Por supuesto, el “Rasheed del Parque” va a pitar faltas en contra tuya. Sin ver nada malo en ello.

Aunque es tentador calificar al “Rasheed del Parque” como un tonto que se toma las pachangas demasiado en serio lo cierto es que su psicosis es fácil de entender. Él quiere ganar, con todas sus fuerzas, y sabe que cada falta puede potencialmente acabar siendo decisiva. Une eso a la costumbre de las pachangas de que cada uno pita sus propias faltas -por no mencionar el código de hombres que rige esa costumbre - y obtienes que no es ninguna sorpresa que el “Rasheed del Parque” sea tan insoportable.

No intenta quedar por encima de ti. Al menos no conscientemente. Realmente cree que es inocente. Por conseguir la victoria, se vuelve loco y se toma alguna pastilla "yo-no-he-sido" de fabricación propia.

Lo que convierte en absurdo enfrentarse a él, es que en las pachangas no hay el equivalente a pitar una técnica.

El Que No Controla Su Propia Fuerza

Especie: Homo Peligrosus.
Comportamiento Característico: ¡Hulk machaca!
Marcas Distintivas: Pantalones de entrenamiento de fútbol americano, ausencia de cuello perceptible, pectorales marcados derivados de serias sesiones de gimnasio.
Enemigos Naturales: Las mandíbulas, narices y pómulos que se encuentren dentro de un radio de unos 2 metros.
Grito de Apareamiento: “Hey, ¿estás bien?”

“El Que No Controla Su Propia Fuerza”: No tiene mala intención. Es un deportista noble. Siempre te intentará ayudar -claro, después que agache los hombros y te derribe como harían los GEO para tirar una puerta abajo usando un ariete.

Enérgico, entusiasta y patoso como un cachorrito, sencillamente no es consciente de su potencial para causar severos destrozos físicos. Probablemente juega al fútbol americano, posiblemente de fullback.

Es normalmente grandote, pero no siempre tiene que serlo. La fuerza y la actitud son mas importantes -sobre todo esta última, que suele tender a una generosa inconsciencia de sus propios actos-.

“El Que No Controla Su Propia Fuerza” corre a tope, golpea duro, persigue y derriba de una manera implacable. Nada importa. No se da cuenta que el asfalto no es hierba, que nadie lleva protecciones, que si alguien esta adornándose, el preferiría estar medio borracho jugando la liga de rugby del bar de la esquina.

Tan solo se lo pasa bien, en su propia, inconsciente y destructiva manera de hacerlo.
Si el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones, el camino a Sentarse-En-La-Sala-De-Espera-De-Urgencias-Un-Sábado-Por-La-Tarde-Con-Una-Bolsa-De-Hielo-Sobre-Tu-Nariz-Que-Parece-La-De-Steve-Nash está pavimentado con las buenas intenciones de “El Que No Controla Su Propia Fuerza”. Quien, bendito sea, fue tan majo que te llevó en su coche al hospital.

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